Perdido en el confuso laberinto de la vida
mi vana egolatría me hizo enceguecer;
mi juventud vivía brindando los placeres
a todas las mujeres que pude yo tener.

Las horas del tiempo bordaron de plata
la dura corona que ciñe mi sien,
el sol con los años ha dejado huellas
cobrando lo suyo, besando mi piel.

Y apareces tú, vestida de encanto
envuelta en los tules de tu juventud;
me das tu alegría, me estrujas el alma
y haces que mi sangre vuelva a efervecer.

Te tuve en mis brazos, te enseñé a querer;
te amé con locura te hice mujer.
Fue tu amor la semilla que ya en el ocaso
a un hombre nuevo hizo florecer.

Un hombre nuevo que entrega cariño,
tan sólo soy un hombre nuevo.

Un hombre nuevo que se alza con bríos,
que engaña a la vida peleando un querer,
un hombre nuevo que roba al destino
las horas de dicha por una mujer.

Un hombre nuevo que entrega cariño,
tan sólo soy un hombre nuevo.

Mirando hacia atrás, he vivido tanto
y aquel torbellino quedó en el ayer
cuando en mis canciones bebía mi llanto
o cuando cantaba sólo por placer.

Un hombre nuevo que entrega cariño,
tan sólo soy un hombre nuevo.