Cuando ya nadie escuche
el sollozo trémulo
de mi ahogada voz.
Cuando tú ya no sientas
que mis manos te acaricien
y que mi aliento te confunda
con el calor de la noche,
sabrás que me has perdido;
y en medio de tu canto
pronunciarás mi nombre
buscando en cada nota
las sombras del olvido.
Y yo, que habré partido
hacia ningún lugar,
me vestiré de brisa
y perdida en el tiempo,
seguiré las huellas
de un largo caminar
hasta encontrar
la soledad que añoro.
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Y sólo entonces seré feliz,
feliz con mi muda compañera,
la noche... la que no miente, no engaña
ni tiene máscara en el
carnaval de la vida;
la que muchos esperan
y tantos desprecian;
la que yo sueño incesante
porque así, negra, fría
y triste como es,
tiene su encanto
de matices ocultos
que confortan mi alma
con el grato silencio
y éste es mi fiel conpañero...
es mi amante
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