No tiene fuerzas mi alma ya vacía,
porque arrancas poco a poco
aquel amor en que creí un día;
sin embargo; no pierdo la esperanza
de que despiertes a tiempo
para salvar nuestras vidas
si acaso lo deseas todavía.
Si no puedo ser tu amante
¡Sí tu compañera! que sufre y lucha
a tu lado, aunque nunca lo veas.

Libérate de tu orgullo
rebelde e innecesario,
de tu prejuicio absurdo
y de tu amargado ser;
y busca mi ternura que con
inmensa locura puedo llenarla de ti.

No mates ya mi fe
como mataste mi alegría
y déjame que sonría
sólo por última vez;
quizá no comprenda
que el amor no está en el alma,
sino entre tu carne ansiosa de placer,
entonces no me culpes,
porque de esas pasiones,
de ti aprendí todo lo que sé.

No sé si meditaste alguna vez
como yo lo estoy haciendo,
no sé si sufriste un momento
como yo estoy sufriendo,
ya no sé ni siquiera qué es más fuerte,
si el dolor de no verte
o el de tenerte.

Aún así, no te culpo
por no tener emociones secretas
en el profundo abismo de mi ser;
y gracias a tu manera de querer,
¡Reniego mil veces de haber nacido mujer!