K E T H Y
C.
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Me enseñaste que la dicha es vivir en un presente
con un pasado latente por más amargo que fuera.
Me enseñaste que la vida es una dulce quimera
con tristezas, alegrías y problemas por doquiera.
Que no importa lo vivido, que sin echarlo al olvido
se puede recomenzar, que todo es normal así.
Con ayer y sin mañana con emociones o hastío
sin soñar en fantasías... viendo la realidad.
Y así, sencillamente sentí hacerme mujer,
sin ilusiones secretas,
sin temor por la vida o por la muerte;
sin saber lo que siento al quererte.
Sí cuál húmeda arcilla moldeaste con afán desmedido
mi alma, mi cuerpo y mi mente,
cuidado que derrepente quieras retroceder,
al ver que hiciste tu imagen
en lugar de una mujer.
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